8 de mayo de 2010

FLORES AZULES


Mirad esta foto, ¿qué veis?

Hojas, flores, ramas, verdor, primavera….. muchas cosas.

Cada uno se fijará en algo distinto. Cada uno detendrá su atención en un punto único y singular de esa imagen. Eso es lo que más me gusta del ser humano, todos y cada uno de nosotros tenemos una visión particular y especial de las cosas. Pero, a la vez, aunque nos creamos diferentes de los demás, distintos, aislados o que vivimos en un mundo aparte y hasta incluso podamos sentir que no necesitamos a nadie, todos tenemos algo en común, todos sentimos la necesidad, aunque sea recóndita, de estar unido a los demás, de estar enlazados a alguien, a un amigo, a una amiga, a un amante, a un padre o madre, a un hermano, a alguien. Simple y llanamente ansiamos que esa persona nos escuche, nos intente comprender, nos quiera, nos necesite, a quien necesitar y querer (cualquier tipo de cariño).

¿Por qué esta foto? No lo sé, quizás estaba haciendo un repaso por estúpidas instantáneas que tomo de todo lo que pillo y me he fijado en ésta. Mirad esas tres flores azules. Son distintas a las demás, parecen aisladas de las demás. Pero a la vez, están integradas en un todo diverso y heterogéneo. Esas tres pequeñas flores están luchando por ser ellas mismas, parecen que surjan con fuerza y ahínco con la necesidad de ser distintas ¿o quizás no lo han elegido, quizás la naturaleza ha hecho que sean distintas a las demás pero similares entre ellas? He dicho similares, no iguales, aunque a simple vista nos parezcan iguales. No hay una flor igual a otra, no hay una persona igual a otra, la naturaleza, la vida y las circunstancias colaboran en ello.

Esas tres flores están distanciadas, quizás las separe demasiado terreno, pero no están solas. Ahí están, unidas por algo a simple vista oculto, quizás tan oculto que aún no se reconocen entre ellas (son flores, no creo que vean mucho), pero tienen cosas en común, características que las asemejan. Creo que a los humanos nos suceden cosas así.

Hay veces que te crees solo, aislado en tu mundo particular. Unos parece que estemos en los mundos de yupi, otros en el real, otros en el infierno. Cada cual en el suyo. Cada cual con su pasado y su presente. Algunos con un buen futuro a la vista, otros con uno bien oscuro, pero con esperanzas de mejorarlo, otros creen que jamás lo tendrán, pero también lo tienen por delante, aunque haya que ayudarlos a verlo.

Hay ocasiones en que de una forma repentina, sin saber bien porqué, ni cómo, te encuentras con otra flor azul. No exactamente como tú, quizás hasta muy diferente a ti, con una vida que quizás no entiendas y desconozcas por completo y la cual quizás nunca llegues a comprender. Pero azul. Incluso puede que siempre hayas tenido una flor añil a tu lado y que lleve toda tu vida ahí y nunca hayas reparado en que aún siendo de tu mismo color tiene toda una gama de tonalidades azules e iridiscentes, algunas que ni siquiera seas capaz de distinguir porque tus ojos no han sido capaces de apreciarlos o siempre lo hicieron pero no llegaron a reconocerlo. Entonces, aunque haya abismos que os separan, distancias que parecen insalvables, se tienden lazos, puentes, conexiones que os unen. No sé bien cómo, pero ocurre. Y piensas que es imposible conectar de algún modo con alguien tan distinto a ti, ni siquiera comprendes cómo puedes sentirte cerca de alguna forma, o cómo has estado tan unida a alguien toda tu vida y no has llegado a ver dentro de esa persona y a comprender qué había tras esa explosión de color. Y en esos momentos, es como si hubiese un renacer en tu interior, como si un gran descubrimiento de ti mismo se produjese, como si facetas tuyas dormidas, apartadas, escondidas o por conocer, surgieran de repente. Como cuando al principio de la primavera los campos se tiñen de multicolor y diminutas florecillas, que nadie sembró, brotan por doquier y te das cuenta de que las semillas estaban ahí, aunque no se viesen, aunque nadie lo notase, aunque se hubiesen depositado quizás hacía años sin que nadie se percatase y ahora salen a la luz. Y te das cuenta de que hay personas que quieres que estén ahí y para las que tú estás ahí y quieres seguir a su lado, para hacerles compañía y que te la hagan, para hacerles ver que no están solos y no sentirte tú, para escucharlos y quererlos y reírte con ellos y discutir con ellos y enfadarte y cabrearte y sacarlos de sus casillas aunque no lo intentes, o simplemente porque la vida tiene más color si están a tu lado.

A veces esas personas entran en tu vida y permanecen para siempre. A veces comienzas de nuevo a conocer a quien conocías de siempre y lo valoras aún más y te arrepientes del tiempo perdido. A veces aparece alguien que no esperabas para nada y te sorprende y comienzas a acostumbrarte a que esté ahí, a apreciarlo, a dejar que te conozca y temes que desaparezca como lo hacen las florecillas silvestres al final de la primavera. A veces aprendes a apreciar más lo que tienes cerca y al hacerlo, te aprecias más a ti ¿o es al contrario? Y cuando todo esto pasa te das cuenta de que no estamos tan aislados, ni tan distantes, ni tan solos y que tienes muchas flores azules a tu alrededor, sólo tienes que aprender a verlas, cuidarlas y, si se dejan, mimarlas.

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