23 de junio de 2010

SORTILEGIOS

Hechizos. Rituales. Tradiciones. Invocar a los dioses, paganos y no paganos. Formular deseos. Adorar al Sol, al Fuego, a la noche.

Dentro de pocas horas estaré quemando un papel con tres deseos escritos en él. Es una chorrada, una tontería como otra cualquiera, en realidad no creo que se me conceda ninguno de ellos. Pero ¿qué más dá? Por intentarlo no me va a pasar nada, excepto quizás tragar un poco de humo (tampoco va a ser un papelito muy grande). Nunca antes había hecho ninguna de las pequeñas tradiciones que se estilan en la noche de San Juan hasta el año pasado. Me fuí a la playa con las amigas, me mojé los pies (sólo los pies, que una iba muy arregladita y no era plan) y quemé el dichoso papelito, para lo cual hicieron falta bastantes cerillas, porque el puñetero no ardía ni pa'trás. Así que hice lo que se suponía que debía hacer. Resultado: nasti de plasti. Nada. Cero. No se ha cumplido ni uno. Pero.... ¿por qué no lo voy a intentar de nuevo?

Esta noche necesito un pedazo de conjuro muy grande. Necesito que todas las fuerzas del Universo se alíen con las hadas, las brujas, los dioses, hechiceros, duendecillos, lo que sea. Pero que se unan. Hoy más que nunca necesito un milagrillo. No es mucho para tanto poder celestial. Esta noche quemaré mi papel (otro tipo de papel, no el del año pasado :P), me llevaré muchas cerillas y le soplaré bien a la hoguera para avivar el fuego (aplicaré todos los conocimientos adquiridos en la carrera y el trabajo sobre la combustión).Y si no resulta, me lo pegaré bien al cuerpo, que una está muy, muy....... QUEMADA!!! (ya os pensábais otra cosa, cochinos!)

Hala, feliz noche de San Juan a todos!!!!

19 de junio de 2010

SIEMPRE CAMBIANDO

A veces creemos que nadie nos entiende, que somos bichos raros, que ni siquiera nosotros mismos comprendemos qué somos o qué queremos, que no somos como los demás. Esos pensamientos algunas veces se apoderan de nuestra mente y nos hacen infelices, hasta nos pueden causar una profunda pena.

Pero... ¿qué pasa si somos distintos? ¿qué ocurre si hoy no soy igual a la de ayer? ¿qué de malo hay en evolucinar, cambiar y desmontar esas ideas preconcebidas que teníamos en la cabeza?

A lo largo de nuestras vidas hay muchas cosas que nos hacen dar esos saltos. Unas veces son pequeños saltitos, casi imperceptibles, con cambios tan sutiles que sólo se pueden apreciar al dejar atrás el tiempo. En otras ocasiones, son saltos de gigante, producidos u originados por algún catalizador que hace que ese proceso se acelere. Esas reacciones pueden ser causadas por las circunstancias, por un suceso repentino que nos agita desde los pies a la cabeza, o por alguien que mete sus manos en nuestra alma, o en nuestra mente o en nuestro corazón y le quita la escarcha que lo recubría y lo estruja, lo escudriña y lo abre de par en par, mostrándonos a nosotros mismos rincones que no sabíamos ni que existían.

Hay veces que nos sentimos perdidos, sin rumbo, como dejándonos llevar, intentando manejar nuestras propias vidas y creyéndonos que lo hacemos. Pero en algún momento, paramos y vemos que no somos tan fuertes, que sí nos importa lo que opinen de nosotros, que sí nos duele lo que puedan pensar, que aún no sabemos qué somos o qué queremos o qué buscamos. Entonces, en esos momentos, necesitamos a un amigo, a alguien que nos quiera porque sí, que nos aprecie tal cual somos, porque somos nosotros mismos, porque estamos llenos de dudas, porque ve en nosotros lo mejor a pesar de conocer lo peor. Que nos quiere porque somos parte de su vida y porque, aunque a veces lo podamos defraudar, siempre, siempre, nos perdonará, al igual que sabe que siempre le perdonaremos y le querremos. Porque aunque nos vayamos a vivir a la Luna, puede contar con nosotros.

No quiero que mis amigos sean siempre iguales, o sí, no me importa. Me gusta verlos evolucionar, luchar, progresar, levantarse con más brío cuando se caen, tenderles la mano cuando tropiezan, dudar, estar seguros, ser raros, ser normales (si es que eso existe), tener gustos extraños, poseer los suyos propios. Quiero a mis amigos, porque sí, porque están ahí cuando los necesito y cuando no. Pero sobre todo, sobre todo, me gusta pensar que saben que cuentan conmigo para lo que quieran y cuando lo quieran.

Así que puede que a veces no te entienda, o que no reaccione como tú esperas, o que creas que te voy a juzgar, o que vas a ver cierta mirada de desconcierto en mi cara. Sé que ha pasado y no te garantizo que no vuelva a ocurrir, pero sí te prometo algo, voy a seguir necesitando que estés en mi vida para que continue estando completa.